La iniciativa apunta a las madres que son jefas de familia y no tienen salarios fijos. Hacen cursos de chocolatería, panificados y deshidratados.
Con el propósito de dar respuesta a los problemas laborales que tienen algunas familias de la escuela secundaria municipal técnica N°1, un nutrido grupo de madres está realizando talleres productivos. En estos espacios donde aprenden chocolatería, panificados y deshidratados, suman nociones que les permiten iniciarse en nuevos trabajos. Y también tienen la oportunidad de compartir con sus hijos un espacio de aprendizaje, ya que en algunos casos cursan juntos los talleres.
Con 300 alumnos, la Esmet es una escuela que se destaca por las propuestas que ofrece y que complementan la currícula. Producción de mermeladas, jaleas, hidroponia, son algunas de las actividades que se realizan en el espacio de producción especialmente creado en la institución ubicada en Juan B Justo e Yrigoyen.
Por los talleres productivos para los padres, ya pasaron cerca de 40 mujeres, y se espera que el número siga creciendo. “En la escuela tenemos mucha desocupación y creo que la realidad de la Esmet no escapa a la de otras familias. Cuando a veces escucho hablar de la desocupación de 1 dígito pienso que están todos acá porque hay 150 madres como jefas de familia, sólo dos tienen trabajo en relación de dependencia, después el resto son empleados gastronómicos sin salario fijo, y muchas hacen tareas domésticas como también emprendimientos como pre pizza, ravioles, tortas, etc”, relató el director del establecimiento, Manuel Paz.
“Es triste escuchar que después de trabajar todo el día, muchas de esas madres juntan 2.000 pesos en una semana en el mejor de los casos. Entonces con esta capacitación que se les da, apuntamos a que ellas tengan una salida laboral a través de algo que tenga alto valor agregado como puede ser la chocolatería o panificados por ejemplo,” añadió Paz.
En este marco el director de la Esmet ejemplificó: “Si por ejemplo hacen un buen pan casero, sabemos que lo venden bien y con esto tienen una entrada extra”. Es que “quienes tienen salarios fijos no tienen en cuenta cuánto pesa en una familia 500 o 700 pesos más por semana”.
En estos momentos, son 18 las madres que están haciendo alguno de los talleres, incluso muchas se anotan para ir rotando por todos. Con los deshidratados por ejemplo, se arman bolsas con cereales y así queda una granola que se convierte en una colación.
“Ver una madre emocionada porque aprendió algo es muy lindo”, aseguró Paz quien dijo también que es muy lindo observar que en algunos casos comparten el curso madres e hijos. Y muy reconfortante saber que algunos cursos los dictan también algunas madres que se prepararon especialmente para eso. “Nosotros le armamos el curso desde lo pedagógico, porque ellas tienen todo el conocimiento en la especialidad, así que sólo les damos una mano con esa parte”, relató el director.
Asimismo precisó que la escuela mantiene abiertas sus puertas todos los días para que las madres si lo requieren, puedan ir a producir los alimentos. “Muchas de estas familias viven en espacios pequeños y necesitan un lugar para producir por eso la escuela tiene abiertas las puertas todo el tiempo”, aseguró el director.
Para Paz y el equipo que integra la Esmet, la realidad que vive la institución “tiene que movilizar a cualquier escuela que habla de inclusión” porque “la inclusión es esto, darle herramientas a todos”, por eso llevan adelante este desafío.